Tengo un amigo que, pese a ser una persona muy brillante y alcanzar el éxito en todo lo que se propone, se rige (siempre lo ha hecho y no le ha ido, ni le va, nada mal) por lo que yo considero una teoría absurda o, cuanto menos, una teoría muy extraña. Dicha teoría la descubrí una mañana de hace unos años en la que él, quién si no, me habló de ella.
Es algo curioso, veréis. Cada vez que en el colegio teníamos un examen, mi amigo abría todas las ventanas de la clase. Le daba igual el mes del año que fuese o la hora del día a la que se desarrollase la prueba escrita en cuestión, mi amigo siempre hacía lo mismo, condenando al resto a pasar frío. A mí, desde primera hora, quiero decir desde la primera vez que le vi hacerlo, su comportamiento se me antojó como algo muy raro, como algo extremadamente raro diría, pero nunca le había comentado nada al respecto; nunca lo había hecho hasta que una mañana de invierno, ni corto ni perezoso y tratando de evitar a toda la clase y a mí, por supuesto, el tener que soportar un frío de mil demonios con, una vez más, todas las ventanas abiertas de par en par (por supuesto, aquella jornada teníamos examen), le pregunté a mi amigo: “Oye, ¿qué haces?”. Él se giró y me miró sorprendido. Tras unos segundos en los que permaneció en silencio, como si se lo pensara o le sorprendiera muchísimo mi pregunta por considerarla estúpida o sin sentido (creo que fue esto último lo que retrasó su contestación), me dijo: “El frío activa la mente. No se puede hacer un examen con calor, no hay quien se concentre así; ya lo sabes”. Esa era y supongo que sigue siendo, si nada ha cambiado, la teoría de mi amigo que, como creo haber escrito al comienzo de esta entrada, es una persona muy brillante y a la que le va muy bien, por no decir que le va genial.
Yo, en cambio y a diferencia de mi amigo, siempre he creído que, por el contrario, el frío, aparte de entumecer los músculos y calar hasta los huesos, embota la mente y atrofia el pensamiento. Es decir, siempre he creído que cuando uno tiene o está con frío no puede razonar, ni siquiera pensar, como es debido o, al menos, no lo hace, no rige, con toda la coherencia de la que se es capaz a una temperatura, digamos que, más natural o, por lo menos, más templada. En lugar de eso, creo que cuando una está con frío las ideas se vuelven estúpidas, si no absurdas. De modo que para mí es siempre infinitamente mejor no pasar ni pizca de frío (quiero pensar que a casi todo el mundo le ocurre lo mismo) y sí, en vez de eso, estar a una temperatura que el común de los mortales consideraría agradable.
Hasta ayer no había encontrado nada que desacreditase la teoría de mi amigo y no había podido, por tanto, probar que el frío es malo para las neuronas. Simplemente, sabía que a mí no iba nada bien pero de ahí a decir que mi amigo es un raro y que su teoría no tiene ni pies ni cabeza dista un gran trecho. Pero, helo aquí, que la vigésimo segunda edición del ‘Wrooom’, esa especie de mega evento organizado cada mes de enero por Ferrari y Ducati, y que es a la vez un acto de presentación, de arranque de la pretemporada, de publicidad y de relaciones públicas; me lo ha puesto en bandeja de plata. Antes de entrar en los detalles de lo que he descubierto en tan variopinta celebración, intentaré explicar, aunque sea de manera muy breve, qué es y en qué consiste el ‘Wrooom’, en nuestro caso, el ‘Wrooom 2012’.
Ferrari y Ducati, cada una de ellas en su ámbito (coches y motos, respectivamente), son sinónimos de palabras como velocidad, motor, carreras, leyenda y, cómo no, de Italia, son los emblemas italianos por excelencia. Ambas fábricas están hermanadas y, a causa de esto, cada principio de año se reúnen en la localidad de Madonna di Campiglio (en los Dolomitas) para dar el pistoletazo de salida a la temporada entrante. Allí ofrecen ruedas de prensa, hablan de sus proyectos de futuro y, no podía ser de otra forma, llevan a todos sus pilotos para que posen, sonrían y se diviertan realizando varios deportes y actividades de nieve como son el ‘snowboard’, el esquí y (no sé si llamar a estos dos últimos deportes de nieve) diversas carreras de karting y de coches de calle de la marca Fiat; en fin, toda una parafernalia la que organizan estas dos grandes casas de la historia del motor para empezar el año por todo lo alto (ya estáis viendo la galería de imágenes que acompañan y aportan la nota pintoresca a esta entrada).
Y aquí, en medio de tanta celebración y en un evento que no tendría que tener ninguna relación con la teoría de mi amigo y, mucho menos, con mi amigo en sí, casualmente he encontrado la prueba definitiva para demostrar que el frío no es bueno a la hora de pensar, actuar y, esto sobre todo, cuando toca hablar con la prensa. Y es que, sinceramente, no encuentro otra explicación que no sea el frío que hace en los Dolomitas para justificar la cantidad de sandeces, patochadas, bobadas y fruslerías que han ‘soltado por la boquita’ a lo largo de los últimos días (sí, esta ‘megacosa’ del ‘Wrooom’ dura casi una semana) todos y cada uno de los asistentes a la recién concluida edición del ‘Wrooom’. Pero es que han sido todos, no se salva ni uno, ni los pilotos de motos, ni los de coches; tampoco el presidente de Ferrari (el señor Montezemolo), ni el gran Domenicalli (director técnico de la escuadra de F1)… Y el etcétera de personajes sería larguísimo, no acabaríamos. Se podría decir que todo aquel que ‘ha abierto el pico’ en los aledaños de la estación de esquí italiana ha sido para meter la pata y no, precisamente, para meterla en un montón de nieve. Ha subido el pan con cada declaración, ha subido el pan y lo peor es que la temporada aún no ha arrancado. La que nos espera este año, pero vayamos por partes y centrémonos en los pilotos que son los que, como siempre, dan más juego a los periodistas.
El primer día, Valentino Rossi empezó ‘el show’ soltando aquello de “a lo mejor la moto de este año es un milagro” y, además, lo dijo como él suele hablar, ya sabéis: con la media sonrisa entre los labios y arqueando las cejas, mostrando unos ojos escépticos, irónicos. Ya me imagino a todo el equipo técnico de Ducati, que lleva ‘encerrado’ más de tres meses creando la nueva moto, con las caras descompuestas ante la gigantesca fe y confianza que ‘Il dottore’ deposita en el proyecto 2012. ¡Ojo! Que esto no quiere decir que Vale no desee renovar, nada de eso, también dejó caer que le gustaría ampliar su contrato para así seguir en Ducati dos temporadas más.
Hayden, que sabe que si se duerme Rossi le come la tostada mediática (aunque no se duerma, el italiano también le rapiña con facilidad, como si se tratara de una tostada de Nutella, el foco de atención; pero el caso es que Nicky intenta defenderse como puede, al fin y al cabo, hablamos de un campeón del mundo de 500 cc.), ante la pregunta “Nicky, ¿cómo te sienta que el desarrollo de la nueva moto vaya encaminado hacia el estilo de pilotaje de Rossi?”, contestó, sin dudarlo ni alterar su perfil gatuno: “Bueno, a mí eso no me importa, con que la moto mejore estoy contento”. ¡Otro órdago a lo grande y ya van dos!
No obstante, con el americano debemos ser compasivos, ha llegado lesionado al Wroom (se cayó haciendo ‘dirt track’ en casa y se partió el omóplato y tres costillas) y tampoco anda para muchas alegrías. Sus declaraciones no es que hayan sido especialmente afortunadas, pero bastante papeleta tiene encima al peligrar su presencia en los test de pretemporada de Malasia; si eso ocurre, Hayden sí que va a tener que preocuparse por la evolución de la Ducati hacia el estilo de pilotaje de Rossi. Si los ingenieros de Ducati no le hacen mucho caso al bueno de Nicky cuando está en plena forma, pues imaginaos ahora.
Alonso… ¡Madre mía! Alonso se pasó un día entero esquiando con una gigantesca peluca a lo afro, ver para creer. Supongo que el asturiano debe de estar de buen humor, ilusionado ante la nueva temporada y el nuevo proyecto. Esperemos que esta esperanza venga propiciada por lo que haya podido ver del coche en Maranello, porque después de la paliza que les dio Red Bull el año pasado no es para que estuviera tan contento. En fin, a ver qué pasa cuando el flamante y nuevo Ferrari debute en Jerez (a primeros de febrero).
Y por fin llegamos, la verdad es que lo estaba deseando, a Felipe Massa, que ha estado ‘sembrado’. Lo suyo ha sido ya para nota. Ha superado a todos y era algo especialmente difícil visto el grado de absurdo alcanzado en Madonna di Campiglio. Sin embargo, el brasileño ha sorprendido a propios y a extraños con unas declaraciones que han sido titular en medios de comunicación de todo el mundo. Felipe dijo y lo hizo sin ruborizarse ni guiñar, tampoco se rió (vaya, que iba en serio): “Con un buen coche podría ganar a Alonso”. Esta frase es sencillamente insuperable. No merece comentario alguno, ella sola se basta y se sobra, pero aún así me resulta muy difícil, casi imposible, resistirme y no entrar al trapo (otro día, otro día, la dejaré para otro día que la temporada es muy larga)…
Después de leer las palabras Massa en la prensa escrita y oírlas, y verle también a él, en los informativos de televisión (no debía haberlo hecho pero al mismo tiempo necesitaba observar la cara con la que el brasileño soltaba su fantástica bravuconada), me acuerdo de mi amigo y de su teoría (“El frío activa la mente”), y pienso que no, que no es posible, que mi amigo tiene que estar equivocado. Encima, pero por qué me acuerdo de todo esto, caigo ahora también en la cuenta de que Rossi y Hayden tampoco se quedaron atrás con sus declaraciones… Y Alonso, se me olvidaba Alonso y su peluca a lo afro. De repente, me empiezo a repetir a mí mismo que no puede ser verdad eso de que uno piensa mejor cuando tiene o está con frío, más bien debe ser justo al contrario. Y pienso esto porque la otra opción, si mi amigo resultase estar en lo cierto, es que tanto Felipe como los demás están locos y les falta una caja de tornillos entre todos; y yo no quiero creer algo así. En lugar de eso prefiero pensar que no son ellos, sino el frío, ese frío que, aparte de entumecer los músculos y calar hasta los huesos, embota la mente y atrofia el pensamiento. Es ese frío el que les ha hecho decir tantas barbaridades en tan poco días. Cuando bajen de la montaña volverán a regir y a razonar con propiedad, porque si no la temporada va a ser de aúpa… No, no son ellos, me repito; es el frío, un frío tan crudo y horrible que no les deja pensar y que, allí arriba, les ataca en forma de nieve blanca y nunca es bueno que haya demasiada nieve alrededor.